En realidad, todo lo que siento es tan profundo y tan intenso como las olas del mar que vienen desde un lugar desconocido y terminan en la playa. Todas están conectadas, pero todas se separan al mismo tiempo.

 Siento el latido palpitante de la tierra, que viene de un horizonte, que esta tan lejos como lo puedas desear, o tan cerca como consigas imaginar. Ese impulso, ese latido, esas ganas de gritar, vienen de un lugar, que nos conecta a todos por igual a un lugar. Es un paraíso donde el cielo siempre brilla, lleno de pájaros y frutas y árboles. ¿Quizás sea el jardín del edén? Allí es un lugar donde siempre hay alguien dispuesto a satisfacer tus deseos. Fuente inagotable de placer, no sabes de donde viene toda esa energía que te pide desbordar y cautivar el instante en el que todo es tan bello como nunca jamás has podido creer. Conectado con todo, siempre bebiendo de esas lágrimas ardientes y sabiendo que te encanta disfrutar de todo. No todo es sexo, también esta el sentir, añade el amor, el sentimiento de abrazarte a las diez de la noche después de amarte hasta que te duelan los huesos, también importa amar, pero a veces es posible morir de amor. El amor a veces se llena de dolor, pero cuando el amor es verdadero nunca se acaba. No se puede romper y no se puede separar. Es algo que va más allá de la muerte, como una veneración mutua que se junta en la sangre y en el alma. 


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