La voz la seguía fuese dónde fuere. Un susurro tranquilo y pausado... Su cuerpo se estremecía en escalofríos. incluso intentó taparse los oídos para no escuchar aquel murmullo constante... Pero fue en vano, pues el clamor provenía de dentro de su cabeza:
"Vete de aquí. Tienes prisa y no sabes hacía dónde dirigirte". Su corazón empezó a latir con más fuerza. Pensó en sus seres queridos, en todo el amor que llevaba dentro y deseó en el fondo de su alma saber lo que ocurría. No podía dormir; así que se puso unos pantalones encima del pijama, cogió una cazadora, el tabaco y el mechero. La chica dio pequeños pasos silenciosos atravesando el pasillo oscuro de la casa. Cogió las llaves de la entrada y abrió la puerta despacio. Después bajó las escaleras, y tardó menos de un minuto en alcanzar la puerta del portal. Una vez en la calle, dio un largo paseo a lo largo de "Vetusta".
"El tiempo no existe, y solo tienes este momento: aquí y ahora"... Se decía, dando largas zancadas, como si tuviera prisa por llegar a alguna parte. Decidió pararse en el Parque de San Julián de los Prados. Contemplaba la pequeña iglesia de estilo pre-románico asturiano, y respiraba el aire puro. La noche era cerrada. No había nadie caminando por las calles, la niebla rodeaba el templo sagrado; dando le un aspecto sospechosamente siniestro y misterioso al lugar. Algunas estrellas brillaban en el cielo, (a pesar de la contaminación lumínica y de la niebla). Se oía el canto de algún pajarito que saltaba de árbol en árbol, y allá, en la carretera, el paso rápido de algún que otro coche solitario.
La chica ya estaba más tranquila. Sus pasos se pausaron y decidió sentarse a fumar un cigarrillo en un banco frente a la iglesia. Pero la voz continuaba susurrando en su cabeza, y decía, cada vez con más intensidad, que se fuera, que abandonara esa ciudad, que lo dejara todo atrás.
"No me importa"dijo para así misma. Tras darle unas caladas al pitillo se siente mejor. Observaba la iglesia y se maravillaba con la hermosa construcción. No se podía creer cómo se mantenía en tan buen estado tras tantos siglos... Se sentía feliz y tranquila en ese lugar.
De repente lo vio todo claro:
"Doy las gracias nuevamente, porque sí, porque me da igual donde estar. Porque tengo amor en mi interior, y además sé con certeza de que me aman. Con eso me bastaba por el momento. No debo preocuparte... porque el tiempo, simplemente no existe." Se dijo nuevamente la muchacha, esta vez sonriendo y tranquila. "No me apresure por llegar a ninguna parte, porque esté donde esté, estaré donde quiero estar."
